El universo astrológico ha existido casi desde que conocemos de la primera civilización humana. Nos ha acompañado desde siempre, ha sido espejo para conocernos como seres humanos y también ha funcionado como guía en el camino del desarrollo personal y colectivo.
Poco a poco diferentes códigos se fueron desarrollando, en la Astrología tradicional occidental primero contábamos con siete cuerpos celestes básicos, con el paso de los años y apoyados en la mitología griega han ido saliendo más y más, hoy conocemos hasta de asteroides, de puntos matemáticos y demás ingredientes que hacen de este universo uno rico en interpretación y estudio.
Exactamente en 1977 surgió en la psique colectiva un cuerpo celeste al que le adjudicaron el nombre de Quirón. Se descubrió en una “foto” del firmamento una masa muy particular, lo más adecuado sería decir que se descubrió un centauro, -ni caballo ni hombre, ni asteroide ni cometa-, es decir una figura muy especial que encontró su par en la mitología griega.
Desde ese momento este código astrológico empezó a estudiarse y se empezaron a recolectar datos para saber cómo generar su interpretación. Hoy en día no se sabe con claridad su regencia o lo que realmente puede significar en el mapa natal, pues estamos apenas en recolección de datos y estudio. La buena noticia es que, si hacemos la tarea y nos ponemos a estudiar el mito, lo que de alguna manera le da contenido a este símbolo bellísimo, todos podemos hacer parte del proceso de clarificación de este símbolo que puede ser revolucionario.