Quirón, el centauro, para contar su historia deberíamos sentarnos una noche a la luz de una Luna Llena con agua de panela y aguardiente. Su historia es tan bella como desgarradora, suena tan mítica y mágica, pero la verdad es que es la historia de la humanidad y de cada uno de nosotros.
Existen varias vertientes mitológicas que cuentan diferentes detalles de la vida del centauro más justo y sabio, pero por ahora no nos centraremos en una versión en particular, simplemente vamos a ver los datos específicos que dan nacimiento al símbolo de Quirón.
Más allá del sanador herido, estoy comprometida con el hecho de que Quirón nos está hablando de un puente, de un medio a través del cual podemos llegar a la reconciliación de los opuestos y de los extremos
Quirón es hijo de Cronos y Fílira, Cronos se había escapado de su esposa Rea y sedujo a Fílira, una bella ninfa del océano; cuando estos dos tuvieron su encuentro sexual, Cronos transformado en un semental, escapó y dejó a su amante, aquí tenemos la madre soltera y ultrajada, víctima de los instintos sexuales posesivos masculinos, así Fílira cargaba con el peso de una sexualidad dolorosa y tal vez ultrajada, una marca que dejó un precedente en su vida.
Fílira quedó embarazada y cuando llegó el momento del parto se encontró con lo que para ella era un monstruo, un centauro, una abominable figura que de la cintura para abajo era un caballo y de la cintura para arriba era un hombre, Fílira se sintió aterrorizada por su hijo, lo abandonó y lo dejó a su suerte, esperando que ojalá, Quirón, muriera.
Hasta aquí tenemos ante nosotros la primera herida, una herida de la que no somos culpables, con la que no tenemos nada que ver, la herida de haber nacido, la herida de simplemente ser como nosotros somos. La herida que nos da razón de existencia y un lugar en el mundo, y el que no diga que alguna vez se ha sentido avergonzado por simplemente ser espontáneo y auténtico, creo que está mintiendo.
Quirón, por simplemente ser, fue abandonado y rechazado por ese ser que jamás esperamos que nos rechace, la madre. ¡Además le causó terror! Afortunadamente para nosotros Quirón siguió vivo, al fin y al cabo, Quirón era inmortal.
También podemos ver que Quirón llevaba impregnada en su sangre la marca de una madre abusada, con su feminidad herida y que rechazaba fuertemente el instinto sexual masculino. La figura de Quirón nos lo dice todo al respecto, mitad hombre y mitad caballo, lo que representa la guerra entre nuestros instintos animales y la virtud humana, dos polos que viven en guerra constante, el hombre sabio y virtuoso que quiere controlar, reprimir y reprender sus instintos sexuales y burdos, o el animal desbocado y deseoso de placer que quiere controlar y llevarse por delante la razón y el pensamiento sensato humano. Quirón nos muestra el mundo de las polaridades en que vivimos, la guerra entre el mal y el bien, la oposición entre el hombre y la mujer, la tensión entre los de derecha y de izquierda, la recriminación de no ser como debo ser, y la guerra madre de todas las guerras, la que usualmente tengo conmigo mismo.
A Quirón lo adoptaron Apolo y Artemis, quienes le enseñaron medicina, astrología, música, filosofía, artes de guerra y gimnasia. Así Quirón se sintiera avergonzado de sí mismo y se viera como un monstruo, con el tiempo se convirtió en un gran sabio, maestro de maestros, y la admiración de todos quienes estuvieran relacionados con él; vivía en una cueva oscura y profunda para que nadie le viera y se atreviera a despreciarlo, allí reflexionaba, buscaba sanarse y entenderse. A pesar de su encierro y deseo de soledad, llegaron a su cueva grandes alumnos como Asclepio, Heracles y Aquiles, estos grandes héroes eran sometidos a intensísimas pruebas y enseñanzas para poder ser graduados por Quirón, tenían que vivir en la cueva con él y no ver la luz del sol hasta cuando Quirón lo creyera pertinente.
De esta manera, Quirón nos permite enfrentarnos con nuestra propia sombra, nuestro dolor y si la gracia de la vida lo permite, nos da la capacidad de transformarla en nuestra luz y fuente de sabiduría y enseñanza para el mundo, para el servicio. Muchos apenas y nos asomamos a la cueva, otros entramos y nos quedamos sumergidos en la oscuridad y otros morimos en la cueva para finalmente renacer y salir transformados en la mejor versión de nosotros mismos.
¿De qué depende? Bueno, para empezar, lo debemos a nuestro nivel de consciencia, y segundo, según nuestra Carta Natal, dependiendo de nuestra configuración astrológica al momento de nacer.
¿En qué fase estamos? Es una cuestión que solo puede ser respondida por cada uno de nosotros en el silencio de la introspección y la reflexión personal. Quirón aprendió el arte de la filosofía y el pensamiento sano para lograr comprender su herida y vivirla a plenitud, ajustando su vida a lo que era saludable para él, ni más ni menos. Tal vez el ejemplo de Quirón nos da aquí una pista de en qué estado nos encontramos respecto al proceso de cultivo interior, si nos hemos comprendido o no, si hemos hecho las paces con nosotros mismos y si finalmente hemos aprendido a ser nuestra mejor compañía.
El mito dice que un día Hércules accidentalmente hirió a Quirón en una pierna con una flecha envenenada por la Hidra. Quirón, retorcido de dolor, aconsejó a Hércules para que le hiciera un emplasto de hierbas y cubriera su pierna para el poderse poner de pie y buscar sanarse, pero nada funcionó, paradójicamente el único capaz de sanar tal herida era él mismo, y tal sanación jamás llegó como Quirón la esperaba. Lo más maravilloso de esta herida es que su enseñanza era que tal herida no tenía sanación, y la aceptación de ello era su sanación, así como lo es con cualquier paradoja.
Quirón jamás se rindió en el propósito de sanarse, esto le dio sentido y razón a su vida, le regaló virtudes tales como la compasión y la empatía que le permitieron establecer un corazón dolido pero fulgurante en virtud.
El dolor era insoportable y al ser Quirón inmortal, la herida no lo mató, pero tampoco sanó y este dolor acompañó a Quirón el resto de su vida. Su segunda herida, eran tan dolorosa como su existencia, era un dolor carnal.
Nuevamente, sin tener nada que ver, Quirón aparece como el receptor de un ataque y sufre profundamente sus consecuencias. Por ser él, el maestro y estar en el medio termina cargando con el dolor. Es una nueva herida, de alguna manera igual a la primera, completamente existencial.
Uno de los regalos que nos hace Quirón al interpretarlo en nuestra Carta Natal, es que nos muestra cuál es esa herida que nos hace ser y la que siempre estaremos buscando subsanar. La vida se nos presenta de tantas maneras y hay tantas razones que nos motivan a actuar día a día, pero la primera y la original, es el miedo a la muerte, ese miedo es nuestra herida natural que nos motiva cada segundo, es el deseo de volver al origen, a ese estado uterino de calma, tranquilidad y completa trascendencia, pero hay una segunda herida, esa que queremos siempre subsanar, esa que nos hace querer “superarnos” día a día, normalmente es una herida adquirida en nuestra infancia, y que decimos ¡no! Tiene que ser diferente; esa herida nos marca, decide lo que queremos hacer y ser, nos llama a la evolución que es solo la transformación de un estado inicial.
¿Cuál es esa “segunda herida”? Difícilmente la encontramos por nosotros mismos, por eso necesitamos esa flecha envenenada para poder verla; si hacemos un estudio rigoroso de nuestra Carta Natal es posible que encontremos la respuesta, eso sí, si sabemos escuchar al Quirón, al astrólogo que se propone mostrárnosla.
Volviendo a Quirón, tanto fue su dolor que Zeus permitió que tomara el lugar de Prometeo y muriera siendo devorado por águilas, y al morir, quedara en el firmamento por siempre, en la forma de la constelación de Sagitario. Suicidio, eutanasia, entrega, sacrificio, aun no sé cuál es la palabra, pero Quirón recibió la muerte como la medicina suprema; no fue cualquier muerte, pues Quirón se sanó mientras “salvaba” a Prometeo de su eterna agonía y además jamás desapareció, quedó en el firmamento por siempre observándonos.
La disolución de Quirón me hace recordar lo que, en tradiciones tántricas como el yoga, llaman Maha Samadhi en sánscrito, significa la gran disolución o unión. Samadhi es un término que se usa para expresar el estado de meditación obtenido por largas prácticas de concentración y Maha quiere decir gran, magnificado o más alto; ese estado de máxima unión y disolución es obtenido con la muerte, en la que llega la máxima disolución; uno de los ejemplos más famosos aquí en occidente es el de Paramahansa Yogananda, quien llegó a Maha Samadhi y terminó su viaje por la encarnación. Posiblemente la muerte de un inmortal mítico nos está hablando de la transformación esencial a la que está llamado el ser humano. A una sanación total y a un cambio en el modo en el que interpretamos la vida.
Con esta propuesta interpretativa del símbolo de Quirón se abre el espacio a discusiones, análisis y especialmente a aplicaciones en la lectura de la Carta Natal de cada uno de nosotros o de nuestros consultantes. Del recién descubierto centauro muy poco sabemos aún y faltará tiempo para poder descifrar sus códigos y lo que viene a enseñarnos.
Más allá del sanador herido, estoy comprometida con el hecho de que Quirón nos está hablando de un puente, de un medio a través del cual podemos llegar a la reconciliación de los opuestos y de los extremos, lo que nos da la posibilidad de generar saltos de consciencia hacia una forma de vida menos violenta y más sabia.
El viaje Quironiano es un camino potencialmente transformador que dura toda una vida, es un compromiso personal con nosotros mismos y con la humanidad.
Escrito por Andrea Motta, síguela en su cuenta de instragram
@Amargii